Saturday, October 16, 2010

Australia - The Great Ocean Road


(scroll down for English version)


The Great Ocean Road

Muy temprano salimos en el coche del Zopi y Joey, que nos hicieron el gran favor de prestarnos, para recorrer “The Great Ocean Road”. Esta carretera empieza como a una hora y media al suroeste de Melbourne en un pequeña ciudad llamada Torquay y va hasta Allansford. Nuestro plan es hacer el recorrido desde Torquay hasta Port Campbell, en esta ultima están las formaciones rocosas llamadas los Doce Apóstoles, en dos días. Un recorrido de mas o menos 250 kilómetros.

La carretera, también conocida como “Shipwreck Coast” (la traducción literal es Costa Naufragio, pero el nombre se refiere a que aquí hay restos de barcos que naufragaron en esta costa), corre a lo largo de la costa del estrecho de Bass y el Océano del Sur.

Como teníamos planeado pasar la noche en Torquay con Suzanne, una amiga y exjefa de La Flaca que vive en esta ciudad, decidimos empezar el recorrido desde Anglesea (una pequeña ciudad un poco adelante de Torquay).

Desde el momento que tomamos la carretera B100, que es el nombre oficial de “The Great Ocean Road,” nos sorprendimos con el increíble paisaje. El mar en diferentes tonos de azul y verde sumado a los acantilados y playas vírgenes nos dejaron boquiabiertos; además cada curva trae nuevos paisaje por lo que queríamos detenernos cada 10 metros para tomar fotos.

El primer pueblito donde paramos fue Aireys Inlet. Nos paramos cerca del faro para ver la vista y cuando quisimos entrar al faro vimos que la visita guiada (no había otra opción) duraba mas de dos horas…nos quedamos sorprendidos, el faro no se veía tan grande, de que iba hablar el guía por dos horas??? Decidimos dejar la visita guiada para otra ocasión y mejor cogimos el coche y nos fuimos a tomar un café a un lugar llamado Skinny Legs Café.

Retomamos nuestro camino, parándonos en varios miradores para tomar fotografías y admirar el paisaje, hasta que llegamos a otro poblado llamado Lorne donde decidimos comer nuestro almuerzo.

La lluvia nos acompaño intermitentemente, pero justo antes del almuerzo nos dejo y fue por esto que pudimos comer en una banquita con vista al mar.

Después de comer seguimos adelante otra vez sorprendiéndonos cada cinco minutos con el paisaje.


Cuando llegamos a la bahía de Apollo, que además de bahía es un poblado, nos paramos en el parque (solo hay un parque) y caminamos hasta la playa.




Después de andar un poco por la playa, caminamos por donde están las tiendas y restaurantes buscando algo para llevar a casa de Suzanne y encontramos una panadería, perfecto unas galletitas o algo parecido. Nunca pensé que me iba a encontrar con el “caramel slice,” la traducción literal es rebanada de caramelo, pero para que se entienda mejora se los describo. La base es de galleta, con una capa de caramelo y una mas de chocolate, siendo la de caramelo la mas grande, por eso el nombre.

Casi media hora mas tarde, por que la decisión de que comprar fue muy difícil, salimos con la rebanada de caramelo y otros panecillos y galletas, e iniciamos nuestro camino a Torquay.

Torquay es una ciudad muy pequeña, pero es famosa por ser la capital del surf en Australia, siendo la playa Bells la mas conocida. Por esta razón las oficinas centrales de Rip Curl y las oficinas para la región de Asia y el Pacifico de Quiksilver están aquí.

Mientras Rob (esposo de Suzanne), quien es chef, cocinaba una cena que casi me hace darle un beso, no lo hice porque su esposa estaba ahí, yo jugaba con Jack y Nathan (los hijos gemelos de Suzanne y Rob) y La Flaca y Suzanne se ponían al tanto de sus vidas y los últimos chismes laborales.

Jack me pidió que le hiciera un castillo con los bloques de lego y luego el lo destruía con sus carritos. Así construí como diez castillos y cada vez pensé que era la ultima y me paraba y me iba a la cocina, pero todas las veces Jack llego para pedirme que jugara con el y lo decía de tal forma que no podía negarme, “excuse me, please play blocks with me” (disculpa, por favor juega a los bloques conmigo).

Después de la magnifica cena y los pastelitos (excelente el de caramelo), platicamos un rato y dijimos buenas noches. Mañana es un día largo y estábamos algo cansados.

Por la mañana después de una pequeña escala en las oficinas de Quiksilver para que La Flaca saludara a Mike “el Capitán” Blackwood y conociera las oficinas, salimos con rumbo a la bahía de Apollo.

La idea era ir sin parar hasta la bahía de Apollo y de ahí en adelante seguir con las paradas continuas para las fotos y una para el almuerzo hasta llegar a los Doce Apóstoles. Sin embargo antes de la bahía de Apollo, paramos a comprar sándwiches en un café donde tuvimos la suerte de ver dos koalas dormidos, y la segunda parada también fue para ver koalas, esta vez tres de ellos en un árbol, dos dormidos y uno comiendo.

Después de la bahía de Apollo, la carretera deja la costa por unos 50 kilómetros y entra al parque nacional Great Otway, otro lugar increíble. Este parque nacional esta lleno de árboles muy grandes que se alinean a la orilla de la carretera; algunos son tan grandes que en algunos lugares es muy poca la luz que logra superar las ramas y hojas. Parecía como si fuéramos en un túnel.


Cuando dejamos los árboles atrás regreso la costa e hicimos la primera parada en el itinerario en “Gibson Steps” (los Escalones de Gibson). El lugar lleva este nombre porque hay que bajar unas escaleras hasta la playa. Aquí empiezan los Doce Apóstoles.



Los paisajes del recorrido nos sorprendieron, pero los primeros dos Apóstoles nos dejaron sin palabras y fueron solo la punta del iceberg de lo que veríamos una vez que llegáramos a los demás [Apóstoles].


Regresamos al coche y antes de seguir decidimos comer nuestro almuerzo; hacia mucho viento frío así que lo tuvimos que comer dentro del coche.

Seguimos nuestro camino hasta el parque nacional “Twelve Apostles Marine.” Con el ansia que tiene un niño para ver que le trajo Santa Claus, nos estacionamos y salimos hasta el mirador para ver el resto de los Apóstoles. Desde este punto vimos cinco mas.


Las mareas altas y bajas del mar de Tasmania han hecho de estas formaciones rocosas, obras de arte naturales. Las fotos no hacen justicia a lo que se ve y por supuesto no logran transmitir el sentimiento de sorpresa y fortuna que siente uno al admirar los Apóstoles.


Desde este mirador principal pudimos ver de nuevo los Apóstoles que habíamos visto desde los Escalones de Gibson, pero desde otro ángulo.


Para ver el resto, tuvimos que volver a coger el coche y conducir hasta otra parte del parque nacional.


Con los ojos llenos de imágenes que queremos grabar en nuestra memoria para siempre dejamos el parque nacional “Twelve Apostles Marine” para iniciar nuestro camino de regreso a Melbourne.

Para tratar de llegar lo antes posible, cogimos una carretera que no es de las principales y que pasa por el medio de muchas granjas. Aquí fue donde concluimos que las vacas felices no vienen de California. Para los que no saben en el estado de California (en los Estados Unidos) anuncian que las vacas felices vienen de California (happy cows come from California); pero la realidad es que no puede haber vacas mas felices de las de Australia. No están todas apretadas en pequeños corrales y tienen una cantidad de pasto natural para comer, que si las vacas en California lo vieran, serian las mas tristes.

Regresamos a Melbourne para cenar con Joey y Zopi. Andrés se había quedado a dormir con sus abuelos. Después de platicar nuestro viaje, lavamos ropa, empacamos de nuevo, y nos fuimos a descansar porque mañana salimos para Sydney.

The Great Ocean Road

We left early in Zopi and Joey’s car, which they so kindly lent us for our road trip to The Great Ocean Road. This highway begins about an hour and a half Southeast of Melbourne in a small city called Torquay and goes to Allansford. Our plan is to go from Torquay to Port Campbell, where the Twelve Apostles are, in two days. This road trip is a little over 200 miles.


The road, also known as “Shipwreck Coast,” runs along the coast of the Bass Strait and the Southern Ocean.

Since we had planned to stay the night in Torquay with Suzanne, Jen’s friend and former boss who lives in this city, we decided to start our trip from Anglesea (a small city a little further down the road from Torquay).

From the moment we got on highway B100, The Great Ocean Road, we were surprised by the incredible landscape. The sea with different tones of blue and green, next to the cliffs and virgin beaches, left our mouths wide open; each curve brings new scenery and we wanted to stop every 30 feet to take a photo.

The first town where we made a stop was Aireys Inlet. We stopped near the lighthouse to see the view and when we wanted to go inside the lighthouse we saw that the only option was to go on a guided tour that lasted more than two hours…we were surprised; the lighthouse didn’t look very big; what would the guide talk about for two hours??? We decided to skip the guided tour and went back to the car to find a place for a coffee, and ended up at Skinny Legs Café.

We continued on our journey, stopping at various lookout points to take photographs and admire the view, until we reached another small town called Lorne where we decided to eat our lunch.

The rain accompanied us intermittently, but just before lunch it stopped and we were able to eat on a small bench overlooking the sea.

After eating, we continued on, again surprised every five minutes with the scenery.


When we arrived at Apollo Bay, which in addition to a bay is also a small town, we stopped in the park (there is only one park) and walked toward the beach.




After walking a little on the beach, we walked where there are stores and restaurants in search of something to take to Suzanne’s house and we found a bakery; perfect we could take some cookies or pastries. I never thought I’d come across the “caramel slice.” So you understand better what it is, let me describe it to you. The base is a cookie, with a layer of caramel and another of chocolate, the caramel layer being the biggest, thus giving it its name.

Almost half an hour later, because the decision regarding what to buy was very difficult, we left the bakery with a caramel slice and other pastries and cookies, and we started on our journey back to Torquay.

Torquay is a small city, but it’s famous for being the surfing capital of Australia, with Bell’s Beach the most well known spot. For this reason, the central offices of Rip Curl and the offices for the Asia Pacific region of Quiksilver are located here.

While Rob (Suzanne’s husband), who is a chef, cooked a dinner that made me almost give him a kiss, I didn’t because his wife was there, I played with Jack and Nathan (Suzanne and Rob’s twin sons) and La Flaca and Suzanne caught up on their lives and the latest office gossip.

Jack asked me to build him a castle with his Lego blocks and later he would destroy it with his cars. I built about ten castles and each time I thought it was the last one, so I stood up and went to the kitchen, but each time Jack arrived and asked me to play with him, and he asked in such a way that I could not say no, “excuse me, please play blocks with me.”

After the magnificent dinner and the pastries (the caramel slice was excellent), we talked for a while and then said good night. Tomorrow would be a long day and we were all tired.
In the morning, after a quick stop at the Quiksilver office so La Flaca could say hi to Mike “The Capitan” Blackwood, and to see the offices, we were on our way to Apollo Bay.


The idea was to go all the way to Apollo Bay without stopping, and from there continue on the road stopping to take photos and for lunch, before arriving to The Twelve Apostles. However, before Apollo Bay, we stopped to buy sandwiches in a café where we were lucky to see two koalas sleeping, and the second stop was also to see koalas, this time three of them in a tree, two asleep and another eating.

After Apollo Bay, the road leaves the coast and for about 30 miles it goes through the Great Otway National Park, another incredible place. This national park is full of very tall trees that line the edge of the road; some are so tall that in some places only a small amount of light is able to shine through the branches and leaves. It seemed as though we were driving through a tunnel.


As we left the trees behind us, the coast returned and we made our first stop at the Gibson Steps. The Twelve Apostles begin here. This place gets its name because you have to go down a large staircase to reach the beach.



The scenery along the road surprised us, but the first two Apostles left us without words and they were only the tip of the iceberg of what we’d see once we arrived to the rest (of the Apostles).


We returned to the car and before continuing on we decided to eat our lunch; there was a lot of cold wind so we had to eat inside of the car.

We continued until we reached the national park called “Twelve Apostles Marine.” With the anxiety of young children waiting to see what Santa Claus had brought them, we parked and walked toward the lookout to see the rest of the Apostles. From this point we saw five more.


The high and low tides of the Tasman Sea have formed these rocks into natural objects of art. The photographs don’t do justice to what it looks like in person and of course they aren’t able to transmit the surprise and good fortune that one feels as one admires the Apostles.


From this main lookout we could also see the Apostles we had seen from the Gibson Steps, but from a different angle.


To see the rest, we had to return to the car and drive to another part of the national park.


With our minds full of images that we wanted to save in our memory forever, we left the Twelve Apostles Marine National Park to begin our journey back to Melbourne.

To try to arrive as soon as possible, we took a road that is not one of the main highways and that takes you through the middle of many farms. This is where we concluded that happy cows don’t come from California. For those of you who don’t know, in the state of California there are commercials that say that happy cows come from California; but the reality is that there could not be a happier cow than one living in Australia. They aren’t all squeezed into tiny corrals and they have a lot of natural grass to eat, that if the cows in California saw, they would be the saddest cows.


We returned to Melbourne to eat dinner with Joey and Zopi. Andres had stayed the night with his grandparents. After talking about our trip, we washed clothes, re-packed, and went to rest because tomorrow we leave for Sydney.