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Queenstown
Por la mañana salimos rumbo a Jucy para ver si podían ponerle el espejo retrovisor al Cheapo (por si no se acuerdan salio volando cerca de Kaikoura). Después de hablar con un chalán, con una de servicio al cliente y levantar un poquito la voz, encontraron un modelo similar al Cheapo para quitarle el espejo. Tuvimos que dejarlo ahí unas horas, pero nos prestaron un carro pequeño para usarlo mientras.
También queríamos ver si podían arreglar el reproductor de CDs. De cada disco solo toca un par de canciones y después empieza a brincar y a saltarse canciones o pedazos de las canciones hasta que deja de tocar por completo.
El día había amanecido soleado y el cielo casi totalmente despejado; parece que el clima por fin se esta poniendo de nuestro lado.
Nos fuimos al centro y caminamos hasta el parque donde decidimos comer nuestro almuerzo y planear nuestros días en Queenstown. Al principio habíamos planeado estar aquí por cinco días, pero al llegar nos dimos cuenta que si no vienes a esquiar o con un presupuesto mayor al nuestro para hacer todos los deportes extremos que ofrecen, no hay necesidad de quedarse tanto tiempo, así que decidimos estar solo dos días.
Al terminar el almuerzo caminamos hasta el funicular que nos llevo hasta la parte superior de una de las montañas que rodea la ciudad. La vista nos dejo sin aliento. Era una combinación del lago Wokatipu con un azul profundo, las montañas nevadas, y el cielo azul con solo algunas nubes. Nos sabíamos para donde voltear y queríamos captar todo con la cámara. Las fotos parecen de mentiras y son muy bonitas, pero no hay nada como verlo personalmente.
Bajamos y nos fuimos a recoger el Cheapo. Lo encontramos con espejo nuevo, pero el reproductor de CDs no pudo ser reparado, así que seguiremos teniendo problemas. Regresamos al Holiday Park, dejamos el Cheapo, y pagamos por el columpio gigante.
Siendo que esta ciudad es conocida como la capital de los deportes extremos de Nueva Zelanda, traía la intención de hacer algo; no sabia si ir a los rápidos (rafting), saltar desde el puente en bungee, o hacer el columpio gigante. Estuve pensándolo por unas horas y decidí que iba hacer el bungee o el columpio; cuando checamos los precios, decidí hacer el columpio que es mas barato.
El salto es en el Cañón Shotover. La altura de la base es de 109 metros. La caída libre es por 60 metros llegando a una velocidad de 150 kilómetros por hora y después te columpias en un arco de 200 metros. Vamos a ver como va.
Con las piernitas medio temblorosas, nos fuimos al café Patagonia que nos habían recomendado Chris y Christiane, no solo por el café y los helados, sino también porque hay Internet gratis, algo poco visto en Nueva Zelanda.
No cabe duda que todo lo gratis tiene truco. El Internet solo es gratis hasta las 6:00 pm, después ya no se puede usar ni pagando. Un paisano mexicano que estaba trabajando en el café me comento que el Internet es gratis durante el día para atraer clientes. De puro coraje me comí mi helado de chocolate que estaba buenísimo.
Por la noche prepare de cenar, me tome unas cervecitas para calmar los nervios del salto y nos fuimos a dormir.
Temprano por la mañana la Flaca se comunico con sus papas vía Skype, ahora si desde el café Patagonia, donde me tome un chocolate caliente con avellana. Estaba bueno pero no se compara al que me tome en Sydney en el café la Habana.
Después de perdimos un poco el tiempo mientras llegaba la hora del salto, a las 11:45 am nos subieron a una camioneta. Habían dos chicas mexicanas, tres amigos australianos, y otra chica que no recuerdo de donde era, la Flaca y yo.
El recorrido fue de mas o menos 30 minutos, durante el cual nos pusieron un video del salto. Además en el video explican los diferentes saltos que pueden hacerse; cada salto tiene diferente nivel de intensidad de miedo. La escala se mide en calzones manchados de caca y va de uno hasta cinco. Yo todavía no decidía cual hacer.
Llegamos al lugar. Las chicas de México fueron primero, después los australianos y después yo. Mientras me ponían el arnés, las piernitas me temblaban un poco y le pregunte al tipo que cual salto recomendaba. Me dijo que si iba a saltar solo una vez que hiciera el salto de frente porque se disfruta mas la experiencia. Decidí seguir su recomendación. Este salto tiene dos calzones manchados.
Mientras esperaba mi turno, caminaba de un lado para otro de la plataforma; la verdad no estaba tan nervioso como imaginaba, pero sabia que una vez en la orilla todo podía cambiar. La Flaca mientras tanto se subió a otro lado desde donde iba a grabar el salto.
Mi turno llego; pase hasta casi la orilla y me preguntaron que salto iba hacer. Les dije que de frente. Me amarraron y me dijeron asómate para que veas a donde te vas a tirar; ahora si estaba nervioso. Me asome mientras ellos me cogían del arnés de la espalda, según ellos para sostenerme, pero hacen como que te sueltan y no te sueltan.
Me preguntaron con quien venia y le dije que con mi esposa que estaba grabando allá arriba, así que me dijeron salúdala. Me volví acercar a la orilla y otra vez hicieron como que me empujaban pero no.
“Cuando estés listo.” Tome un pase de vuelo; les pregunte si necesitaba contar o si solo me aventaba, me dijeron, “No cuando quieras aviéntate” y justo cuando terminaron de decirlo, me avente. Un grito salio desde muy adentro de mi y en unos segundos ya estaba columpiándome de un extremo a otro del cañón. Fue una experiencia de pelos y la adrenalina estaba hasta el tope. Cuando regrese a la plataforma, ya me quería volver a tirar, pero ya no había presupuesto. Estaba feliz con sonrisa de oreja a oreja, aunque eso si traía un pulso de maraquero que no se imaginan. Aquí esta el video que tomo la Flaca (http://www.youtube.com/watch?v=sLPmlN8GEhA).
De regreso en la ciudad, no pudimos resistir el olor de las hamburguesas Fergburger, que también nos habían recomendado Chris y Christiane. Así que pedimos una con papas a la francesa y la compartimos, son bastante grandes así que los dos quedamos bastante satisfechos. La hamburguesa estaba buenísima.
Con panza llena regresamos al Cheapo para hacer algunas notas sobre los siguientes días y nos fuimos al cibercafé para hacer un poco de investigación sobre Bali, que es nuestro destino después de Nueva Zelanda. Yo aproveche para llamar a mis papas por el Skype. Este método de comunicación ha sido buenísimo, ya que nos ha mantenido en contacto con nuestras familias. Cada semana nos conectamos y nos ven y los vemos, y nos ponen al tanto de sus vidas y las de los demás miembros de la familia, y nosotros de la nuestra.
Mañana nos vamos a Te Anau y Mildford Sound. El pronostico del clima parece alentador, por lo menos las carreteras ya están abiertas y no se necesitan cadenas para nieve, como hasta hace unos días.
Queenstown
In the morning we left for Jucy to see if they could put a new rear view mirror on el Cheapo (if you don’t remember it flew off near Kaikoura). After speaking with a mechanic, a customer service representative and raising our voice a bit, they found a similar model to take the mirror from and use for el Cheapo. We have to leave it for a few hours, but they lent us a small car to use meanwhile.
We also wanted to see if they could fix the CD player. It only plays a few songs from each disk and then it begins to jump and skip songs or pieces of songs until it stops working completely.
The day began sunny and the sky was almost completely clear; it seems the weather is finally starting to come on our side.
We went downtown and walked to the park where we decided to eat our lunch and plan our days in Queenstown. At first we had planned to be here for five days, but upon arriving we realized that if you don’t come to ski or with a larger budget than ours to do all of the extreme sports that they offer, it isn’t necessary to stay for so much time, so we decided to stay only two days.
Upon finishing our lunch, we walked to the funicular that took us to the highest point on one of the mountains that surrounds the city. The view left us breathless. It was a combination of the Wokatipu Lake with its deep blue, the snow-covered mountains, and the blue sky with only a few clouds. We didn’t know where to turn and we wanted to capture it all with the camera. The photos appear to be fake and they are very beautiful, but there is nothing like seeing it in person.
We returned to the bottom of the mountain and went to pick up el Cheapo. We found him with a new mirror, but the CD player couldn’t be fixed, so we would continue with problems. We returned to the Holiday Park, left el Cheapo, and paid for a canyon swing.
Since this city is known as the capital of extreme sports in New Zealand, I came with the intention of doing something; I wasn’t sure if it would be rafting, bungee jumping from the bridge, or a canyon swing. I was thinking about it for a few hours and I decided I would do the bungee jump or the swing; when we checked the prices, I decided to do the swing since it was cheaper.
The jump is in the Shotover Canyon. The height of the platform is a little over 350 feet. The free fall is for about 197 feet reaching a speed of about 93 miles per hour and then you swing in an arc of about 656 feet. Let’s see how it goes.
With my legs half trembling, we went to the Patagonia Café that Chris and Christiane had recommended to us, not only for the coffee and ice cream, but also because there is free wifi, something very seldom found in New Zealand.
There is no doubt that everything free has a catch. The wifi is only free until 6:00 pm, after you cannot use it even if you wanted to pay. A fellow Mexican that was working in the café explained to me that the wifi is free during the day to attract clients. With spite I ate my chocolate ice cream that was delicious.
That night I prepared dinner, I had a few beers to calm my nerves before my swing and we went to sleep.
Early in the morning la Flaca talked via Skype with her parents, yes from Patagonia, where I had hot chocolate with hazelnut. It was good but it doesn’t compare with the one I had in Sydney in the Havana Café.
After passing some time before it was time to go for the canyon swing, at 11:45 am we got into the bus. There were two Mexican girls, three Australian guys, and another girl from I can’t remember where, la Flaca and I.
The journey was about 30 minutes, during which they played us a video of the jump. The video included an explanation of the different kinds of jumps you can do; each jump has a different level of intensity of fear. The scale is measured by soiled underpants and goes from one to five. I still hadn’t decided which jump I would do.
We arrived to the place. The Mexican girls went first, then the Australians and then me. While they put the harness on me, my legs trembled a bit and I asked the guy which jump he recommended. He told me that if I was only going to jump once that I should do the forward jump because you get more out of the experience that way. I decided to follow his recommendation. This jump has two soiled underpants.
While I waited for my turn, I walked from one side of the platform to the other; the truth is I wasn’t as nervous as I imagined I would be, but I knew that once I was on the edge everything could change. Meanwhile, la Flaca went up to where she could get the jump on film.
It was my turn; I walked up to the edge and they asked me which jump I was going to do. I told them the forward jump. They connected me and told me to look over the edge to see where I was going; now I was nervous. I looked while they grabbed the harness from behind me, according to them to hold me, but they kept moving me around as if they were going to let me go and then not let me go.
They asked me who had come with me and I told them that I came with my wife who was filming from up above, so they told me to wave to her. I went close to the edge and again they pretended to push me but they didn’t.
“Whenever you’re ready.” I took one step; I asked them if I needed to count or just jump. They told me, “No whenever you want jump” and as soon as they finished telling me, I jumped. A scream from deep inside me came out and in a few seconds I was already swinging from one side of the canyon to the other. It was an awesome experience and my adrenaline was at its limit. When I returned to the platform, I already wanted to jump again, but that was not in the budget. I was happy with a smile from ear to ear, even though my pulse was racing like you can’t imagine. Here is the video that la Flaca took (http://www.youtube.com/watch?v=sLPmlN8GEhA).
Back in the city, we couldn’t resist the smell of the hamburgers at Fergburger, also recommended to us by Chris and Christiane. So we ordered one with French fries and we shared it, they are quite big so we were pretty satisfied. The hamburger was delicious.
With a full stomach we returned to el Cheapo to make some notes about the next few days and we went to a cybercafé to do some research about Bali, which would be our next destination after New Zealand. I took the opportunity to call my parents via Skype. This method of communication has been great, since it has kept us in contact with our families. Each week we connect and see them and they see us, and they can catch us up on their lives and those of our other family members, and we catch them up on ours.
Tomorrow we go to Te Anau and Milford Sound. The weather forecast appears encouraging, at least the roads were now open and you don’t need chains for the snow, as you did a few days ago.
El brinco estuvo de 5 calcones!!
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