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Tailandia – Bangkok I
Después de solo unas cuatro horas de vuelo, llegamos a Bangkok. Estábamos bastante cansados ya que no habíamos dormido mucho en el avión y por qué en las últimas cuatro noches no hemos dormido en cama. Pasamos inmigración sin mucho problema y cogimos el Skytrain que nos llevo a la ciudad. De ahí, cogimos un taxi que después de varios minutos de haber estado perdido, el chofer nos pudo dejar cerca del hotel donde nos hospedamos. Digo cerca porque en esta zona de Bangkok, conocida como Banglumphu, algunas calles son solo peatonales o muy pequeñas para que los coches se metan.
Caminamos la media cuadra para encontrar nuestro hotel y nos registramos. Era todavía muy temprano por la mañana por lo que cuando nos dijeron que nuestro cuarto estaba listo, sonreímos de oreja a oreja porque sabíamos que podríamos dormir unas cuantas horas antes de salir a conocer la ciudad.
Unas horas más tarde, bañados y con hambre, salimos del cuarto y en la cafetería del hotel pedimos de comer. Estábamos felices de poder comer ensalada y todos tipos de frutas otra vez, además de poder pedir hielo en nuestras bebidas; en India nos teníamos que limitar, sobretodo la Flaca. En esta primera comida, aprendí que aquí se come la ensalada de mango cuando la fruta todavía no está lista, ósea que todavía verde. Al principio no podía concebir que fuera mango pero después de volver a preguntarle al mesero, que era un Ladyboy, me quedo claro que era mango verde.
Ladyboy es un término utilizado en la mayoría de los países del sureste asiático para referirse a un hombre que se viste como mujer, vive como mujer y muchas veces se ha operado para removerse los órganos sexuales masculinos. En los últimos años ha incrementado el número de Ladyboys y muchos dicen que se debe a que las mujeres tienen mejor expectativas de trabajo, especialmente en la industria del turismo que es tan grande en Tailandia.
Después de comer, nos fuimos a buscar una oficina postal para mandar algunas cosas extras que habíamos comprado en India, de quien creen que era la mayoría de las cosas… Caminamos por una calle que está llena de hoteles, hostales, restaurantes, bares, y con muchos puestos en la calle que venden comida, camisetas, chanclas, etc. En la oficina postal, nos explicaron que teníamos que hacer y lo que nos iba a costar. Compramos una caja y cinta para empacar las cosas. De regreso paramos en un bar con internet inalámbrico para planear las siguientes semanas y tomar una cerveza porque el calor y la humedad nos estaban derritiendo. Al cabo de un par de horas, regresamos al hotel para empacar la caja y dejarla lista para mañana enviarla.
Volvimos a salir para encontrarnos con Emma, una amiga mía de los Estados Unidos que conocí cuando estuve de voluntario en África. Emma está estudiando su maestría en Derechos Humanos en una de las mejores universidades de Tailandia. Tenía un poco más de dos años sin verla. La encontramos al final de la calle Khao San, una de las más turísticas y por lo tanto llena de gente de Bangkok, con una amiga que también está viajando por el mundo.
Emma, que lleva aquí varios meses, nos guió hacia los puestos de comida con más variedad y nos dio algunos tips. Uno puede pedir de cualquier puesto de comida, sentarse en alguna de las mesas que están por ahí, comprar una bebida del súper siete y cenar tranquilamente, y así lo hicimos. La Flaca, Emma y la otra amiga pidieron del mismo puesto y yo de otro. Después, fui a comprar una cerveza y aguas al súper siete y nos encontramos en una de las mesas vacías. La cena de la Flaca y yo, con bebidas, costó unos 3 ó 4 dólares y estaba muy buena. Estaba feliz, esto de comer en la calle se me da muy bien; además, puedes probar muchas cosas.
Terminamos de cenar y caminamos un rato. La Flaca y yo seguíamos sorprendidos por el ambiente y la cantidad de gente que hay por la noche en estas calles. Al ir andando, Emma me decía que vendía cada puesto y probé muchas cosas. La ensalada de papaya (tom som) era de papaya verde como la ensalada de mango; Emma me explicó que así es como las comen. Estaba buenísima. También probé pollo a la parrilla y una salchicha que estaba rellena de tallarines. Además había crepas, helados y muchas otras cosas incluyendo el carrito con cucarachas fritos, grillos, gusanos y otros bichos raros. A mí se me antojaron los gusanos pero me faltaba una tortillita para comérmelos en taco así que no los comí.
La noche siguió y seguimos platicando, poniéndonos al tanto de nuestras vidas, del viaje y de sus planes para el futuro. Emma es una de esas personas que realmente me inspiran. Tiene 20 ó 21 años, ha viajado y vivido en muchos países del mundo, ha sido voluntaria en un par de ocasiones y en su futuro está el dedicarse a los derechos humanos. Es un ejemplo para los que se dan por vencidos por no tener los recursos, lo que no salen de sus ciudades o países y sobretodo es un ejemplo de cómo uno puede divertirse, conocer, aprender y ayudar a los demás.
Después de varias cervezas y mucha plática, nos despedimos por unas semanas ya que en unas ocho semanas, regresaremos a Bangkok y la volveremos a ver.
Al día siguiente nos amaneció más tarde de lo que queríamos, pero fue la primera noche que dormíamos en cama en los últimos 4 días y con aire acondicionado, así que fue muy difícil despertarnos. Fuimos a la oficina postal y mandamos la caja, esperando que cuando lleguemos a España la encontremos, y de aquí cogimos un taxi al mercado Chatuchak. Antes de entrar al mercado, fuimos a la estación de autobuses para comprar nuestros boletos a la frontera con Cambodia, donde vamos mañana.
Chatuchak es el mercado de fin de semana más grande del Asia Sureste. Cubre un área de 27 acres y recibe por día (sábado y domingo) 200,000 visitantes aproximadamente. Se vende de todo lo que uno puede imaginar muebles, ropa, electrónicos, artesanías, libros, utensilios de cocina, arte, dulces, comida, etc. La Flaca bien hubiera podido amueblar completamente la casa que no tenemos y yo comprar todo para la cocina. Caminamos y nos perdimos por los pasillos del mercado por unas horas hasta que ya nos dolían los pies de andar, que fue cuando decidimos regresar al hotel.
Cuando ya nos acercábamos al hotel en tuk tuk, vimos que había mucha gente en la calle y en las orilla de uno de los brazos del río Chao Praya. Decidimos bajarnos del tuk tuk e ir a investigar. Resulta que era el cumpleaños del rey y toda la gente estaba vestida con playeras de color rosa (el color de la realeza) y estaban celebrando.
Había cientos de pósters del rey, decoraciones color rosa, puestos de comida, gente vendiendo collares y pulseras, playeras…bueno, era una gran fiesta, hasta un escenario con cantantes que parecían ser famosos y toda la cosa.
En un momento, la gente en la calle empezó a moverse hacia las orillas y a sentarse en el suelo. La Flaca y yo no entendíamos que pasaba y de repente, paso una fila de coches donde iba la realeza y todos en la calle aplaudían y saludaban felices. Así celebramos el cumpleaños del rey, el cual se encuentra muy delicado de salud y está en el hospital.
Ahora si ya con los pies hechos pedazos, iniciamos nuestro camino hacia el hotel. Antes de llegar al hotel, nos paramos en un puesto en la calle para comer una sopita de tallarines con puerco que están buenísimas. La Flaca solo la comió con tallarines, porque su estomago no está del todo bien, está recuperándose de India.
Regresamos al hotel a descansar y dormir porque mañana temprano salimos hacia Battambang, Cambodia.
Thailand – Bangkok I
After just four hours in the plane, we arrived to Bangkok. We were pretty tired since we hadn’t slept much on the plane and we hadn’t slept in a bed for the last four nights. We passed through immigration without much trouble and got on the Skytrain that took us into the city. From there, we got a taxi and after several minutes of being lost, the taxi driver was able to leave us near the hotel where we were staying. I say near because in this area of Bangkok, known as Banglumphu, some of the streets are for pedestrians only or they are too small for cars to enter.
We walked half a block to get to our hotel and we checked in. It was still very early in the morning so when they told us that our room was ready, we smiled from ear to ear because we could sleep for a few hours before going out to see the city.
A few hours later, showered and hungry, we left our room and ordered some food in the hotel café. We were happy to be able to eat salad and all types of fruit again, moreover to be able to order ice in our drinks; in India we had to limit ourselves, especially la Flaca. During this first meal, I learned that you eat mango salad here when the fruit is not yet ripe, in other words when it’s still green. At first I couldn’t believe that it was mango but after asking the waiter, who was a Ladyboy, it was clear that it was green mango.
Ladyboy is a term utilized in the majority of Southeast Asian countries to refer to a man who dresses like a woman, who lives like a woman and many times has had an operation to remove the male sex organs. The number of Ladyboys has increased in the last few years and many say it is due to the fact that women have better job prospects, especially in the tourism industry, which is so large in Thailand.
After eating, we went to find the post office to send some things that we had bought in India, who do you think most of the things belong to…We walked down a street filled with hotels, hostels, restaurants, bars, and with many street vendors selling food, t-shirts, sandals, etc. In the post office, they explained what we needed to do and how much it was going to cost. We bought a box and some tape to pack our things. On the way back, we stopped in a café with wifi to plan our next few weeks and to have a beer because we were melting from the heat and humidity. After a few hours, we returned to the hotel to pack our box and leave it ready to send the next day.
We went out again to meet up with Emma, a friend of mine from the U.S. that I met when I was a volunteer in Africa. Emma is studying her Master’s in Human Rights at one of the best universities in Thailand. It has been a little more than two years since I’ve seen her. We met her at the end of Khao San Road, one of the most touristy and busiest streets in Bangkok, with a friend who is also traveling around the world.
Emma, who has been here for several months, guided us to the food carts with the most variety and she gave us some tips. One can order from any food cart, sit down at one of the tables that are in the street, buy a drink from 7-eleven, and eat at one’s leisure, so this is what we did. La Flaca, Emma, and her friend ordered from the same food cart and I ordered from another. Then, I went to buy a beer and some waters from 7-eleven and we met at one of the empty tables. Our dinner, including drinks, cost about 3 or 4 dollars and it was very good. I was happy, eating in the street suits me; moreover, you can try many things.
We finished dinner and walked for a while. La Flaca and I were surprised by the amount of people in the streets at night. As we were walking, Emma told me what each food cart was selling and I tried many things. The papaya salad (tom som) was made with green papaya like the mango salad; Emma explained that this was the way they eat papayas. It was delicious. I also tried grilled chicken and a sausage filled with noodles. There were also crepes, ice cream, and many other things including the cart with fried cockroaches, grasshoppers, worms and other strange bugs. I wanted the worms but I was missing a tortilla to eat them as a taco so I didn’t eat them.
The night continued and we kept talking, getting caught up on each other’s lives, on the trip, and our plans for the future. Emma is one of those people that really inspire me. She is 20 or 21 years old, she’s traveled and lived in many countries around the world, she’s been a volunteer on a few different occasions, and she’s dedicating herself to human rights in the future. She is an example for those who give up because they don’t have the resources, those who don’t leave their cities or countries, and above all, she is an example of how one can have fun, see things, learn, and help others.
After several beers and a lot of talking, we said goodbye for a few weeks since in eight weeks, we’ll return to Bangkok and see her again.
The next day we got up later than we had wanted, but it was the first night that we had slept in a bed in the last 4 days and with air conditioning, so it was really difficult to wake up. We went to the post office and sent the box, hoping that when we reach Spain we will find it there, and from here we got in a taxi to Chatuchak market. Before entering the market, we went to the bus station to buy our tickets to the border with Cambodia, where we will go tomorrow.
Chatuchak is the largest weekend market in Southeast Asia. It covers an area of 27 acres and receives approximately 200,000 visitors each day (Saturdays and Sundays). Everything you can imagine is sold there: furniture, clothes, electronics, crafts, books, kitchen utensils, art, sweets, food, etc. La Flaca could have completely furnished the house that we don’t have and I could have bought everything for the kitchen. We walked and got lost among the market corridors for a couple hours until our feet were hurting from walking, which was when we decided to go back to the hotel.
When we were near the hotel in the tuk tuk, we saw that there were a lot of people in the street and along the edge of one of the arms of the Chao Praya River. We decided to get out of the tuk tuk to investigate. It turns out that it was the King’s birthday and everyone was dressed in pink polo shirts (the color of royalty) and celebrating.
There were hundreds of posters of the King, pink decorations, food vendors, people selling necklaces and bracelets, shirts…well, it was a huge party; there was even a stage with singers who appeared to be famous and everything.
At one moment, all of the people in the street began to move toward the edges and sit on the ground. La Flaca and I didn’t understand what was happening and all of a sudden, a line of cars passed by with the royal family and everyone in the street applauded and happily greeted them. This is how we celebrated the King’s birthday; the King is actually very ill and is in the hospital.
Now, with our feet really done for, we began our way back to the hotel. Before reaching the hotel, we stopped at a street vendor to eat noodle soup with pork that was delicious. La Flaca only ate noodles because her stomach is still not totally well, she’s recuperating from India.
We returned to the hotel to rest and sleep because tomorrow we leave very early toward Battambang, Cambodia.
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