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Cambodia – Siem Reap
Al acercarnos al muelle en las afueras de Siem Reap, podíamos ver docenas de chóferes de tuk tuks esperando ansiosamente por clientes. Como era de esperarse, tan pronto como pusimos un pie en el muelle, se abalanzaron sobre todos los que llegamos para ofrecernos sus servicios y llevarnos hasta la ciudad. Del hotel donde nos habíamos quedado en Battambang, habían llamado para arreglar que un chofer nos recogiera y nos llevara al hotel en Siem Reap gratis. Entre todos los chóferes ahí estaba el nuestro, esperando con un letrero con nuestro nombre. Pero, para llevarnos gratis, teníamos que contratarlo para que fuera nuestro chofer en nuestra visita a los templos de Angkor Wat. Listos estos cambodianos…y siempre tratando de ayudar a sus amigos en el negocio del turismo. No habíamos decidido que templos visitar y como movernos por lo que no queríamos comprometernos para el siguiente día. Así que cuando nos dijo que nos cobraría 3 dólares por llevarnos a la ciudad si no lo contratábamos, dijimos “No, gracias,” y Juan Pablo negocio con otro chofer para que nos llevara por 1 dólar. Suena rato y tonto, pero 1 dólar en Cambodia alcanza para mucho más que en los Estados Unidos y México. Nuestro nuevo chofer se paso todo el recorrido a la ciudad tratando de convencernos que lo contratáramos para el día siguiente. Al final, accedimos para que nos recogiera por la mañana, pero quedamos en decirle hasta entonces que era lo que queríamos ver. Sus precios estaban bien comparados con lo que habíamos leído y con lo que Chris nos había dicho.
Nos registramos en el hotel y nos relajamos por un rato antes de salir a buscar algún lugar para cenar. La cena en Siem Reap fue un poco mas cara. Los precios de la comida en el Sur Este Asiático nos estaban echando a perder, pero aun así cenamos los dos por 5 dólares incluyendo jugo fresco recién hecho. Después de la cena, fuimos al Blue Pumpkin, una cafetería-repostería francesa que habíamos visto cuando estábamos buscando donde cenar. Juan Pablo ordenó helado de cacahuate, hecho en casa, y yo un pastel de manzana. Estaba delicioso. También compramos pan de plátano y jengibre para comer al siguiente día.
A la mañana siguiente, salimos del hotel alrededor de las 9:00 am para visitar Banteay Srei, un templo a unos 30 kilómetros de la ciudad que supuestamente tiene los mejores grabados en piedra del mundo según Lonely Planet. Es un templo Hindú dedicado a Shiva construido de piedra de cantera roja que data del siglo X. Fue realmente impresionante y los grabados están muy enredados. Aprovechamos para ver una pequeña exhibición acerca de algunos de los grabados y cogimos camino hacia Angkor Wat para visitar tres templos en el Gran Circuito, parando para almorzar cerca del primero. Hay dos carreteras alrededor de Angkor Wat alineadas con varios de los templos, el Gran Circuito y el Circuito Pequeño. Mañana haremos este último y Angkor Wat.
Entre los otros templos que visitamos, había uno que parecía estar flotando en una alberca con cuatro pequeños estanques rodeándolo.
Otro templo estaba siendo tragado por unos árboles torcidos gigantes. Las raíces de los árboles habían llegado hasta arriba de las paredes y entre las estructuras de piedra por lo que el árbol había crecido sobro el templo.
Los colores de los musgos y los minerales en las piedras eran impresionantes.
Terminamos nuestro recorrido en un lugar popular para disfrutar el atardecer, en la parte superior de un templo en una colina con vista a Angkor Wat entre otras ruinas. Como era de esperar, Phnom Bakheng estaba lleno. Los escalones, hasta la parte superior del templo, están empinados y al final no quedamos muy impresionados con la puesta del sol porque había bastante bruma, y creo que en este punto en el viaje, hemos estado en sitios con atardeceres increíbles que estamos un poco exigentes. En cualquier caso, fue una buena manera de terminar el día.
Bajamos de la colina mientras el cielo comenzaba a oscurecerse y el Sr. Ran, nuestro conductor de tuk tuk, nos llevó de regreso al hotel. Comimos una cena barata para asegurar que podíamos regresar al Blue Pumpkin. Pedí un sorbete de mango y Juan Pablo un sorbete de coco. Dimos un paseo a través del mercado y vimos algunas bufandas a cuadros, muy típicas de Cambodia, pero no pude decidir qué color quería así que nos fuimos sin comprar.
Dormimos hasta más tarde porque el señor Ran dijo que sólo necesitábamos un par de horas para ver el Circuito Pequeño incluyendo Angkor Wat. Dejamos el hotel alrededor de las 10:00 am. No creo que el Sr. Ran sabía con quién estaba tratando. Estuvimos dentro de Angkor Wat hasta bien entrado el mediodía, tres horas tal vez. Es el corazón y el alma de Cambodia, y ante todo la mayor estructura religiosa en el mundo. Pensamos que justifica una visita tranquila y a detalle. Había muchos andamios en la fachada de Angkor Wat, así que era difícil conseguir una buena foto, pero aún así era una vista increíble.
Angkor Wat, quiere decir Templo de la Ciudad, fue construido en el siglo XII y fue primero un templo hindú dedicado a Vishnu que más tarde lo convirtieron en budista. Caminamos por uno de los lados para ver los 2.625 metros de bajorrelieves en las paredes exteriores. La escena más popular representada en los relieves que se llama "el Batido del Océano de Leche" en el que dioses y demonios sostienen los extremos opuestos de una serpiente con la que agitan el mar y extraen el elixir de la inmortalidad.
A continuación, subimos y entramos en las torres para ver más grabados y altares. La vista desde la parte superior es muy bonita.
Para cuando salimos de Angkor Wat, teníamos mucho calor, estábamos cansados y hambriento. Como muchos de ustedes saben, esta combinación no revela mi lado más amable. Por lo que en lugar de tratar de encontrar el Sr. Ran, nos sentamos a almorzar en el primer lugar que encontramos.
De Angkor Wat, fuimos a la ciudad amurallada de Angkor Thom al templo Bayon. Este templo fue particularmente interesante debido a las varias docenas de torres grabadas con el rostro de Avalokiteshvara, el dios que mira hacia abajo (hacia nosotros) y quien encarna la compasión de todos los Budas. Se dice que las caras tienen un parecido con el legendario rey de Cambodia, Jayavarman VII, y algunos dicen que parecen emanar poder y el control más que compasión.
Luego, pasamos por delante de la terraza de los elefantes (ahora sólo una pared cubierta con grabados de elefantes) y salimos de Angkor Thom hacia Ta Prohm, otro templo cubierto con árboles con más de cien años y las viñas que aparecieron en la película Tomb Raider.
Nos fuimos al hotel para ducharnos y luego salimos a cenar algo antes de tener que subir a un autobús nocturno con destino Sihanoukville, una ciudad en la costa sur de Cambodia en donde cogeremos una pequeña embarcación hacia nuestra escapada en la isla secreta. Hicimos una última parada en el Blue Pumpkin para comprar postre para llevar, una deliciosa tarta de limón para mí y una tarta de chocolate con caramelo par Juan Pablo. Tengo que decir que me encanta la influencia francesa en la cocina de allá, bueno, al menos en los postres!
Cambodia – Siem Reap
As we pulled up to the dock just outside of Siem Reap, we could see dozens of tuk tuk drivers eagerly waiting for customers. Sure enough, when we got off the boat, they swarmed around us offering us a ride into town. The hotel where we had stayed in Battambang called to arrange a driver to pick us up and take us to our next hotel free of charge. Among all of the other tuk tuk drivers, he was there waiting for us with a sign. But, in order for our transport to be free of charge, we had to hire him to be our driver to visit the temples in Angkor Wat. Smart ones these Cambodians…. and they’re always looking out for their friends in the tourism business. We hadn’t yet decided which temples we wanted to see and how we wanted to get around so we didn’t want to commit for the next day. So, when he told us he’d charge $3 to take us into town, we said “No, thank you,” and Juan Pablo negotiated with another driver to take us for $1. Sounds crazy but $1 here in Cambodia is worth a lot more than $1 in the States. Our new tuk tuk driver spent the entire journey to town trying to get us to hire him for the next day. In the end, we agreed to have him pick us up in the morning, but we’d tell him tomorrow what we wanted to see. His prices seemed on par with what we’d read and what Chris had told us he had paid.
We checked into the hotel and relaxed for a bit before heading out to find some dinner. Dinner in Siem Reap was a bit more expensive. We were getting spoiled by Southeast Asian food prices but we still both ate for $5, including a fresh squeezed fruit drink. After dinner we went to the Blue Pumpkin, a French style bakery we had spotted before dinner when we were looking for a restaurant. Juan Pablo had homemade ice cream and I had an apple tart. It was delicious. We also bought banana bread and ginger bread to snack on the following day.
The next morning we left the hotel around 9:00am to visit Banteay Srei, a temple approximately 20 miles away that is supposed to have “the finest stone carvings anywhere on Earth” according to Lonely Planet. It’s a Hindu temple dedicated to Shiva built out of red sandstone that dates back to the 10th Century. It was quite impressive and the carvings were very intricate. While we were there, we checked out a small exhibit about some of the carvings and then headed closer in to Angkor Wat to three temples along the Grand Circuit, stopping for lunch at a stall near the first one. There are two roads around Angkor Wat lined with many temples, the Grand Circuit and the Smaller Circuit. We’d focus on the Smaller Circuit and Angkor Wat tomorrow.
Among the other temples we visited was one that appeared to be floating in a pool with four smaller pools surrounding it.
Another was being swallowed by incredibly large twisting trees. The roots of the trees had made their way up the walls and between the stone structures so that the tree had grown on top of the temples.
The colors of the moss and the minerals in the stones were stunning.
We ended our tour at a popular sunset spot, on top of a temple on a hill overlooking Angkor Wat, among other ruins. As expected, Phnom Bakheng was crowded. The steps up to the top of the temple were steep and in the end we weren’t very impressed with the sunset because it was quite hazy, and I think at this point in the trip, we’ve gotten pretty spoiled with incredible sunset viewpoints. In any event, it was a nice way to end the day.
We walked back down the hill as the sky began to darken and Mr. Ran, our tuk tuk driver, took us back to the hotel. We ate a cheap dinner to ensure we could make a return visit to the Blue Pumpkin. I had mango sorbet this time and Juan Pablo had coconut sorbet. We took a stroll to through the market and looked at some checked scarves, very typical here in Cambodia, but I couldn’t decide which color to buy so we left without purchasing one.
We slept in a bit the next morning because Mr. Ran said we only needed a few hours to see the Smaller Circuit including Angkor Wat. We left the hotel around 10:00am. I don’t think Mr. Ran knew whom he was dealing with. We were inside Angkor Wat until well into lunchtime, 3 hours maybe. It’s the heart and soul of Cambodia and the largest religious structure in the world after all. We thought it warranted a careful and calm visit. There was quite a lot of scaffolding on the façade of Angkor Wat so it was difficult to get a great photo, but it was still an amazing sight.
Angkor Wat, meaning City Temple, was built in the 12th Century and was first a Hindu temple dedicated to Vishnu; it later became Buddhist. We walked around the side of it to see the 2,625 feet of bas-reliefs on the outer walls. The most popular scene depicted on the bas-reliefs is called “the Churning of the Ocean of Milk” in which gods and devils hold up opposite ends of a serpent to churn up the sea and extract the elixir of immortality.
We then went inside and up the towers to see more carvings and the shrines. The view from the top was nice.
By the time we left Angkor Wat, we were hot, tired and hungry. As many of you know, this combination does not reveal my finer side. Rather than trying to find Mr. Ran first, we sat down for lunch at the first place we could find.
From Angkor Wat, we went to the walled city of Angkor Thom to the Bayon temple. This temple was particularly interesting due to its several dozen towers carved with the face of Avalokiteshvara, the god who looks down (upon us) and who embodies the compassion of all Buddhas. The faces are said to have a resemblance though to Cambodia’s legendary king, Jayavarman VII, and some say they seem to exude power and control more so than compassion.
Then, we drove past the Terrace of the Elephants (now only a wall covered with carvings of elephants) and out of Angkor Thom to Ta Prohm, another temple covered with centuries-old trees and vines that was featured in the movie, Tomb Raider.
We headed back to the hotel for a shower and then went out for some dinner before we had to get on an overnight bus to Sihanoukville, a city along the Southern coast of Cambodia from where we would get a boat to our secret island getaway. We made one last stop at the Blue Pumpkin for dessert-to-go, a scrumptious lemon tart for me and a chocolate caramel tart for Juan Pablo. I have to say I love the French influence on the cuisine here, well at least on the desserts!
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