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Jaisalmer
Cuando nos subimos al tren, era la media noche, así que nuestros compañeros de cabina ya estaban dormidos. En la mañana conocimos a Elisa y Rahim y descubrimos que también estaban planeando hacer un paseo en camello. No teníamos idea con qué compañía deberíamos de ir, así que Elisa nos dijo de la compañía que ellos iban a contactar.
Al llegar a la estación, nos metimos a un taxi compartido para ir a nuestro hostal donde nos duchamos y desayunamos. Después de desayunar, caminamos a través del pueblo a Trotters para preguntar acerca del paseo en camello que ofrecen. Decidimos salir el siguiente día temprano y pasar una noche en el desierto. Yo estaba nerviosa de andar en camello por un día completo, pero con esta opción, veríamos más y visitaríamos lo que parecía una ruta menos turística. Trotters nos aseguró que tendríamos un lugar para ducharnos al regresar. Esto era importante ya que al regresar del desierto cogeríamos un camión nocturno hacia Udaipur.
Pasamos la tarde visitando el museo del palacio dentro de las paredes del viejo fuerte de la ciudad y caminando a través de las calles angostas dentro de las paredes del fuerte. Aunque Jaisalmer, y Rajasthan en general, son lugares bastante turisticos en India, sentimos a Jaisalmer más tranquilo que otros lugares que hemos visitado. Los dos estábamos impresionados con la arquitectura de la vieja ciudad dentro de las murallas del fuerte, y la pasamos bien encontrando nuestro camino a través del laberinto de calles empedradas. Desde el techo del palacio, vimos al resto de la ciudad y hacia el este el desierto que hace frontera con Pakistán.
Esa noche, nos quedamos en el hostal para subir fotos y seleccionar más para la siguiente entrada del blog. Mientras Juan trabajaba con iPhoto, organizando las fotos e intentando hacer más espacio en la computadora, casi borra todas las fotos de Nueva Zelanda, Indonesia, y las que llevábamos en lo que va de India. Yo estaba a dos segundos de empezar a llorar cuando apagó la computadora y fue capaz de abortar lo que había hecho y restaurar la librería de fotos. A lo mejor ya estaba llorando, no puedo recordar exactamente, creo que las lágrimas se estaban juntando en mis ojos. Fue un momento de un miedo increíble y nos hubiera llevado un buen tiempo superarlo.
La mañana siguiente nos levantamos a las 5:00 am para estar listos a tiempo para cuando pasaran por nosotros para llevarnos a Trotters. Elisa y Rahim (de Canadá) estaban en el mismo paseo, además Carly y Jeremiah de los Estados Unidos, Elma y Joup de Holanda, y Benjamín de Australia. Benjamín iba en un viaje de tres noches por lo que se separó del grupo después de un par de horas.
Empezamos el viaje en un jeep que nos llevó hasta un lugar donde desayunamos – té, pan tostado, y fruta, mientras disfrutábamos del amanecer. Después, los camellos llegaron y comenzamos a través del desierto en fila india. Toda la mañana batallé con mi camello porque quería pararse a comer cada cinco minutos. Peleándome con él para que se siguiera moviendo me hizo que me cansara más rápido, mientras los otros andaban tranquilamente (http://www.youtube.com/watch?v=FJL2gHFllaI).
Después de un par de horas, llegamos a un área donde los guías decidieron que era tiempo para cocinar el almuerzo. En este punto ya estaba bastante adolorida y Juan Pablo le pidió a los guías que si podían ayudar ajustando mi silla de montar. Durante la continua batalla con mi camello, la silla de montar se fue moviendo hacia un lado y mis músculos estaban compensando para mantenerme arriba del camello. El almuerzo incluyó arroz blanco, chapati y vegetales cocinados. Los guías amablemente volvieron a preparar mis vegetales sin picante cuando nos dimos cuenta que estaban muy picantes. La última cosa que quería en el medio del desierto eran problemas estomacales.
Después del almuerzo, los guías me pusieron en un camello más pequeño, y de mejor comportamiento. Para el final de la tarde, apenas podía caminar. Aunque este camello tenía mejor comportamiento, estaba más bajito y por lo tanto me sacudió más durante el paseo. Juan Pablo, por supuesto, parecía un pro en su camello. Ingenió un truco para disminuir el dolor, usando las correas de su mochila como estribos. Varios de nosotros terminamos usando la misma estrategia.
El paisaje en el desierto varió del pasto alto a tierra sembrada a dunas de arenas, finalmente, donde pasamos la noche. Cenamos – arroz, chapati, patatas hervidas, y dahl (lentejas) alrededor de la fogata e intercambiamos historias de viajes. Carly y Jeremiah han estado en India cerca de tres meses y han visto todo. Cuando digo todo, esto incluye una mujer dando a luz en medio de la calle en Jaipur…todo lo que se puede decir es “esto es India.”
Pusimos unos colchones y cobijas sobre las dunas de arena y nos fuimos a dormir bajo las estrellas. No estaba tan frío como esperábamos. De hecho, solo el viento que sentía sobre mi cara de vez en cuando, y las estrellas arriba, me recordaban que estábamos afuera.
Nos despertamos y disfrutamos el desayuno en las dunas antes de que fuera hora de subir de nuevo a los camellos. Yo pensé que el Jeep iba a pasar por nosotros, pero teníamos dos horas de camello frente a nosotros. Todo me dolía así que este último tramo fue particularmente doloroso, especialmente porque no sabía cuánto tiempo duraría. En realidad, fue un tramo bastante pacífico a través del desierto. Pasamos un área llena de mariposas blancas volando debajo de nosotros en el pasto y los camellos caminaban despacio y sin brincar mucho.
Cerca de una hora en el paseo de la mañana, había varios de nosotros que secretamente esperábamos que el Jeep estuviera al dar la siguiente vuelta o después de la siguiente colina. Pasó una hora más y finalmente llegamos al Jeep y nos tomamos una foto del grupo, antes de iniciar nuestro regreso a la ciudad con Elma y Joup. Elisa, Rahim, Carly y Jeremiah siguieron sobre los camellos hasta el almuerzo.
De regreso en la ciudad, nos duchamos en una casa de huéspedes y cogimos el camión a Udaipur. Habíamos comprado asientos cama esperando que fueran asientos reclinables, como los camiones en el Sur de América, pero asientos cama en India son muy diferentes. Después de pelearnos sobre el costo del equipaje y de que casi aventaran nuestras mochilas fuera del camión, nos subimos y descubrimos que los asientos cama son en realidad un colchón en un compartimento arriba de los asientos regulares. El compartimento se ve como una repisa que originalmente era para el equipaje, pero con un colchón extremadamente sucio y una puerta de vidrio (yo asumo que era para asegurar que no ruedes y caigas de la repisa en el medio de la noche). Nos subimos, incrédulos que esto fuera considerado mejor que los asientos regulares y por tanto más caros. Tratamos de que alguien nos cambiara para sentarnos debajo y reclinarnos durante la noche, pero no tuvimos suerte.
No dormimos mucho, por no decir más. Las primeras horas tratamos de sentarnos recargándonos a la pared pero teníamos que acomodarnos cada pocos minutos porque no había ningún tipo de soporte para la espalda y nuestras piernas y trasero estaban adoloridos por el camello. Finalmente saque mi forro de dormir y me acosté completamente pero brincaba por todo lados con cada bordo en la carretera. Un poco más tarde, un pasajero frente a nosotros se mareo y vomitó por la ventana. Afortunadamente, mi ventana estaba solo un poquito abierta así que rápidamente la cerramos antes de que me cubriera toda. Aquellos sentados bajo nosotros no fueron tan afortunados. Continuamos a través de las montañas por el resto de la noche, sacudiéndonos y volteándonos con cada bordo de la carretera.
Jaisalmer
When we boarded the train, it was the middle of the night, so our cabin mates were asleep. In the morning, we met Elisa and Rahim and found out that they were also planning to go on a camel trek in Jaisalmer. We had no idea with which company we’d go, so Elisa told us about the company they were going to contact.
Upon arrival to the train station, we jumped in a shared taxi to our hostel where we showered and ate some breakfast. After breakfast, we walked through town to Trotters to inquire about the camel trek they offer. We decided we would leave early the following day and then spend one night in the desert. I was nervous about riding a camel for a full day, but with this option, we would see more and also visit what seemed to be a less touristy route. Trotters assured us that we’d have a place to shower when we got back. This was important because we would be getting on an overnight bus to Udaipur upon return from the desert.
We spent the afternoon visiting the palace museum inside of the city’s old fort walls and then wandering through the narrow streets within the fort walls. Although Jaisalmer, and Rajasthan in general, are quite touristy places in India, Jaisalmer felt mellower than most other places we have visited. We were both impressed with the architecture of the old city inside the fort walls, and had a good time finding our way through the maze of stone streets. From on top of the roof of the palace, we looked out over the rest of the city and East across to the desert that borders with Pakistan.
That night, we stayed in the hostel to upload photos and select some more for our next blog entry. As Juan was working with iPhoto, organizing the photos and attempting to make some more space on the computer, he almost erased all of our photos from New Zealand, Indonesia, and those that we have taken in India thus far. I was two seconds away from tears when he turned off the computer and was able to abort what he had done and restore the photo library. Perhaps I was already in tears, I can’t accurately recollect, I believe the tears were beginning to well up inside my eyes. It was an incredibly frightening moment and would have taken a while for both of us to get over.
We got up at 5:00 am the next morning to be ready in time for our ride that would take us to Trotters. Elisa and Rahim (from Canada) were on the same camel trek, along with Carly and Jeremiah from the States, Elma and Joup from Holland, and Benjamin from Australia. Benjamin was on a 3 night trek so he separated from the group after a couple of hours.
We began the trek with a Jeep ride to a spot where we had breakfast – tea, toast, and fruit, as we watched the sunrise. Then, the camels arrived to meet us and we started across the desert in single file. I battled with my camel for most of the morning because he wanted to stop to eat every few minutes. Struggling with him to get him moving again made me tire quickly, while the others trotted along tranquilly (http://www.youtube.com/watch?v=FJL2gHFllaI).
After a couple hours, we reached an area where the guides decided it was time to cook lunch. I was already quite sore by this point and Juan Pablo asked the guides to help adjust my saddle. During the constant struggle with my camel, the saddle began to slip to one side and my muscles were compensating to keep me on top of the camel. Lunch was comprised of white rice, chapatti, and cooked vegetables. The guides kindly remade my veggies without any spices when we found out that they were too spicy. The last thing I wanted in the middle of the desert was stomach problems.
After lunch, the guides put me on a smaller, better-behaved camel. By the end of the afternoon, I could barely walk. Although this camel was better behaved, he was closer to the ground and therefore the ride was a lot bumpier. Juan Pablo, of course, looked like a pro on his camel. He came up with a good trick to help ease the pain, using the straps of his backpack as stirrups. Several of us ended up using the same strategy.
The landscape in the desert varied from high grass to farmland to finally, sand dunes, where we spent the night. We ate dinner – rice, chapatti, boiled potatoes, and dahl (lentils) around a campfire and swapped travel stories. Carly and Jeremiah had been in India for almost three months and had seen everything. When I say everything, this includes a woman giving birth in the middle of the street in Jaipur...all that can be said is “this is India.”
We laid out some mattresses and blankets on the sand dunes and went to sleep under the stars. It wasn’t as cold as we expected. In fact, only the wind brushing across my face every once in a while, and the stars above, reminded me that we were outside.
We woke up and enjoyed breakfast on the dunes before it was time to get on the camels again. I thought the Jeep was going to pick us up, but we had another two-hour ride ahead of us. Everything was sore so this last camel ride was particularly painful, especially since I didn’t know for how long we would be riding. It was actually a very peaceful camel ride back through the desert. We passed an area full of white butterflies fluttering below us in the grass and the camels walked slowly, not bumping around too much.
About an hour into the morning trek, there were several of us secretly hoping the Jeep would be around the next bend or over the next hill. One more hour passed and we finally made it to the Jeep and took a group photo before heading back to town with Elma and Joup. Elisa, Rahim, Carly, and Jeremiah kept going on the camels until lunchtime.
Back in town, we showered in a guest house that Trotters had arranged, ate lunch, and boarded the bus to Udaipur. We had bought sleeper seats expecting seats that recline, like on the buses in South America, but sleeper seats in India are very different. After fighting over the luggage charge and almost getting our backpacks thrown off the bus, we boarded to discover that a sleeper seat is actually a mattress in a compartment above the regular bus seats. The compartment looks like a shelf originally intended for luggage, but with an extremely dirty, old mattress and glass doors (I assume to ensure you don’t roll over and fall off the shelf in the middle of the night). We climbed up, astonished that these were considered better and therefore more expensive than regular seats. We tried to get some people to switch with us in order to sit below and recline throughout the night, but had not luck.
We didn’t sleep much to say the least. The first few hours we tried sitting and leaning against the wall but had to adjust ourselves every few minutes because there was absolutely no back support and our legs and rear were sore from the camel trek. I finally took out my cocoon and lay down but jumped around with every bump in the road. Not much later, a passenger in front of us got sick and threw up outside of the window. Luckily, my window was only cracked open a bit so we quickly shut it before I was covered. Those sitting below us were not as lucky. We continued through the mountains for the remainder of the night, tossing and turning with each bump in the road.
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