Monday, January 3, 2011

New Zealand - Christchurch


(scroll down for English version)

Christchurch

Llegamos al viñedo Ngapuarata Viñas y Vinos (www.ngapuaratawines.co.nz) donde nos recibió Sonia, en el pequeño restaurante, que también es donde los clientes prueban los vinos.

Sonia, que ayuda en el viñedo principalmente atendiendo clientes, nos mantuvo entretenidos un rato platicándonos de la carretera que quedo chueca, con una pequeña protuberancia y con una grieta, después del temblor de hace algunos meses. La grieta, aunque no era muy ancha, si era muy larga pasando a través de varias propiedades. Hasta fotos nos enseño.

También me dio a probar (solo a mi porque la Flaca no puede tomar) algunos de los vinos, blancos y rojos. Me gusto tanto el Cabernet Sauvignon que decidimos comprar una botella para Zopi y Joey para agradecerles todas las atenciones que han tenido con nosotros (en Australia).

Ngapuarata, del cual Ed Matoe e Yvonne Grant son dueños, es un viñedo joven, por lo que actualmente cultivan las uvas y manda la fruta con un productor de vino externo. Sin embargo, ya han ganado varios premios por la calidad de su vino.

Unos 45 minutos mas tarde llego Ed, y al ratito Yvonne. El primero me dijo donde estacionarme y donde estaba la conexión de electricidad. Mientras, Yvonne le enseñaba a la Flaca donde estaba el baño.

Cuando volvimos a estar los cuatro juntos, nos invitaron al bar local, a lo que llaman el “Friday Night Rugby” (rugby de viernes por la noche). Chris y Christiane, quienes nos recomendaron quedarnos en este lugar, ya nos habían platicado de la noche en el bar a ellos también les toco, por lo que yo estaba feliz de que nos hubieran invitado. Jaime, un chico muy amable que es vecino del viñedo, se vino con nosotros.

El viernes por la noche, todos los amigos de Ed e Yvonne, con quienes juegan golf los domingos, se juntan en el Kirwee Tavern a ver rugby, compartir algunas cervezas, y ponerse al tanto de los eventos de la semana. El bar quedaba mas o menos a 10 kilómetros. En el camino, solo pasamos granjas y otros viñedos.

El bar tiene una barra de madera, donde atienden el dueño y otra chica, la cual estaba segura que nos conocía a mi y a la Flaca de antes, pero nosotros estamos seguros de que nunca la hemos visto. Además tiene unas tres o cuatro mesas altas donde estaban reunidos todos los granjeros de la zona. Viejos, jóvenes y hasta un par de bebes estaban presentes y como es común en las comunidades pequeñas, todos se conocen.

Ed e Yvonne nos presentaron con varios de sus amigos, y después la Flaca y yo nos quedamos con Ed mientras Yvonne hacia la rifa de paquetes de carne para juntar dinero para el golf del domingo.

Los dos estábamos felices de estar ahí, pero creo que yo estaba disfrutando mas la noche. Ed me estaba explicando todo sobre el rugby; nunca había visto un juego, lo cual nadie podía creer en el bar. Además de esto, estábamos teniendo la oportunidad de ver y vivir una noche como lo hacen los locales, que es una experiencia que no tiene precio y unos de los momentos que mas disfruto cuando estoy de viaje.

Salimos del bar como hasta las diez de la noche, que fue mas o menos cuando acabo el rugby. Regresamos al viñedo y en el Cheapo, mientras la Flaca se hacia un sándwich de mermelada con mantequilla de cacahuate, yo seguí feliz y agradecido por esta experiencia.

Al día siguiente, debo reconocer que un poco crudo, nos despedimos y les dimos las gracias a Ed e Yvonne y salimos rumbo a la península Banks, que Sigurd y Nanna (nuestros amigos de Dinamarca) nos habían recomendado.

El clima no era muy bueno, estaba nublado y la lluvia era intermitente; sin embargo, el paisaje era muy bonito, como lo ha sido desde que llegamos a Nueva Zelanda. Después de pasar por varias colinas, llegamos a la bahía Pigeon donde decidimos parar para comer el almuerzo.


En un pequeño claro, cerca de donde un grupo un grupo de personas habían estacionado sus veleros, prepare la ultima pasta en el Cheapo. Hoy lo tenemos que regresar y estamos un poco tristes.

Después de comer, seguimos nuestro camino. Decidimos coger un camino diferente al que nos trajo hasta la bahía Pigeon. Un poco mas largo y con varios tramos sin pavimento, este recorrido nos dio los últimos increíbles paisajes de nuestro viaje en Nueva Zelanda.


Una vez en la ciudad (Christchurch), deje a la Flaca en el hostal y me fui a dejar al Cheapo. Lo vamos a extrañar. Ha sido nuestra casa y vehiculo por las ultimas tres semanas. Desde que iniciamos este viaje el 20 de junio pasado, no hemos estado por tanto tiempo durmiendo en la misma cama y no hay en el futuro lugar alguno que nos vaya a hospedar por tanto tiempo hasta que lleguemos a España el 19 de febrero. Además, esto significa el regreso a la vida de hostales y dormitorios.

De regreso en el hostal, decidimos irnos a caminar un rato para conocer el centro de la ciudad. Fuimos hasta la plaza principal, donde esta la catedral y una escultura un poco rara en forma de cono.


Nos sorprendimos porque es sábado por la tarde, dejo de llover y hasta un poco de sol hay, pero no hay nadie en la calle. Donde esta la gente?

Seguimos caminando hasta que llegamos a los jardines botánicos. Muy bonitos, con flores de muchos colores, muchos árboles y jardineras casi perfectas. Un poco tristes, porque se nos acaba el tiempo en Nueva Zelanda, nos perdimos entre los jardines hasta que nos encontramos con la entrada e iniciamos nuestro camino al hostal.





Una vez en el hostal, la Flaca encontró una frase muy buena, escrita en la pared, “No viajamos para escapar de la vida, si no mas bien para que la vida no se nos escape.”

Prepare de cenar y arreglamos nuestras cosas porque mañana muy temprano salimos hacia Australia, por un par de días antes de empezar con Asia.

Nueva Zelanda ha sido, sin lugar a dudas, uno de los países mas bonitos que hemos visitado. Sus montañas, lagos, ríos, las costas, las verdes praderas, todo nos ha dejado sin palabras. Hemos utilizado todos los adjetivos que conocemos para describir lugares y paisajes increíbles. Estamos felices de a verlo visitado y tristes por dejarlo.

Y me queda claro que las vacas mas felices del mundo son las de aquí.




Christchurch

We arrived to Ngapuarata Vines and Wines (www.ngapuaratawines.co.nz) where Sonia welcomed us, in the small restaurant, which is also where clients wine taste.

Sonia, who works at the vineyard primarily attending to clients, kept us entertained for a while telling us about the road that was left crooked, with a small bump and crack, after the earthquake a few months ago. The crack, although not very wide, was quite long crossing several properties. She even showed us photos.

She also gave me a few wines to try (just to me because la Flaca can’t drink), white and red. I liked the Cabernet Sauvignon so much that we decided to buy a bottle for Zopi and Joey to thank them for all that they had done for us when we were with them (in Australia).

Ngapuarata, owned by Ed Matoe and Yvonne Grant, is a young vineyard, where actually they cultivate the grapes and send the fruit to an outside wine producer. However, they have already won various awards for the quality of their wine.

About 45 minutes later, Ed arrived and a bit later Yvonne arrived as well. He told me where to park and where the electrical connection was located. Meanwhile, Yvonne showed la Flaca where the restroom was located.

When the four of us where together again, they invited us to their local bar, to which they call “Friday Night Rugby.” Chris and Christiane, who recommended that we stay in this place, had already told us about the night in the bar that they also experienced, so I was happy that they had invited us. James, a very nice neighbor of the vineyard, came with us.

Friday nights, all of Ed and Yvonne’s friends, with whom they play golf on Sundays, get together in the Kirwee Tavern to watch rugby, share some beers, and get caught up on the week’s events. The bar was about 6 miles away. We passed other farms and vineyards on the way.

The tavern has a wooden bar, where the owner attended to us as well as another woman, who was sure that she recognized la Flaca and I from before, but we were sure that we had never met her. It also has about three or four tall tables where all the farmers from the area had joined together. Old, young, and even a pair of babies were there, and as it often is in small communities, everyone knew each other.

Ed and Yvonne introduced us to several of their friends, and later la Flaca and I stayed with Ed while Yvonne ran the raffle for packets of meat to raise money for golf (the green fees) on Sunday.

We were both happy to be there, but I think I was enjoying the night more. Ed was explaining everything about rugby to me; I had never seen a game, which no one in the bar could believe. In addition to this, we were having the opportunity to see and live a night with the locals, which is a priceless experience and one of the moments I most enjoy when traveling.

We left the bar at about ten o’clock, which was more or less when the rugby was over. We returned to the vineyard and in el Cheapo, while la Flaca made a peanut butter and jelly sandwich, I was happy and thankful for this experience.

The next day, I have to admit a little hung-over, we said goodbye and thanked Ed and Yvonne and were on our way to the Banks Peninsula, which Sigurd and Nanna (our friends from Denmark) had recommended.

The weather wasn’t very nice, it was cloudy and raining intermittently; however, the scenery was very pretty, like it has been since we arrived to New Zealand. After passing by various hills, we arrived to Pigeon Bay where we decided to stop to eat lunch.


In a small clearing, near where a group of people had parked their sailboats, I prepared our last pasta in el Cheapo. Today we had to return him and we were a little sad.

After we ate, we continued on our journey. We decided to take a different road than the one that brought us to Pigeon Bay. A little longer and with various unpaved sections, this journey gave us the last incredible landscapes of our trip in New Zealand.


Once we were back in the city (Christchurch), I left la Flaca in the hostel and I went to leave el Cheapo. We are going to miss him. He has been our home and vehicle for the last three weeks. Since we started this trip on the 20th of June, we haven’t slept in the same bed for so much time and there isn’t any other place in the future that will host us for so much time until we arrive to Spain on the 19th of February. In addition, this signifies the return to a life of hostels and dorms.

Back at the hostel, we decided to go out and walk for a bit to see the center of the city. We went to the main plaza, where the cathedral is and where there is a kind of strange statue in the shape of a cone.


We were surprised because it’s Saturday afternoon, it had stopped raining and there was even a bit of sun, but there was no one in the streets. Where is everyone?

We continued walking until we reached the botanical gardens. Very pretty, with many colorful flowers, many trees and almost perfect gardens. A little sad, because our time in New Zealand was at its end, we got lost in the gardens until we found ourselves at the entrance and began our way back to the hostel.





Once we were back in the hostel, la Flaca found a very good quote written on the wall, “We don’t travel to escape life, but rather so life doesn’t escape us.”

I made dinner and we fixed our things because very early tomorrow we head to Australia, for a few days before we begin Asia.

New Zealand has been, without a doubt, one of the most beautiful countries we have visited. Its mountains, lakes, rivers, coasts, the green hills, everything has left us without words. We have utilized all the adjectives that we know to describe the incredible places and landscapes. We are happy to have visited it but sad to leave it behind.

And I’m left certain that the happiest cows in the world are the ones from here.


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