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Monte Cook
En el camino hacia Monte Cook, el cielo estaba nublado y hacia frío, pero poco a poco, el cielo se fue despejando y empezamos a sentir calorcito. El paisaje era asombroso. Fue el día perfecto para conducir hacia el pico mas alto de Nueva Zelanda.
Aunque íbamos de prisa para poder hacer una de las caminatas antes de que obscureciera, tuvimos que pararnos en varias ocasiones para tomar fotos. En especial cuando pasamos por los lagos Waitaki, Benmore, y Pukaki.
El lago Pukaki fue el que mas nos sorprendió. El color verde turquesa del agua era irreal; solo podíamos creerlo porque estábamos viéndolo en persona. Además, al final del lago podíamos ver el Monte Cook, con sus 3,754 metros de altura, y todas las demás montanas que lo rodean. Fue un panorama bárbaro.
Gracias al sentido que íbamos en la carretera, podíamos disfrutar del paisaje sin perder detalle, ya que a nuestro lado derecho estaba el lago y justo frente a nosotros el Monte Cook y las demás montañas. Este fue otro de mis paisajes favoritos en Nueva Zelanda.
Llegamos al poblado de Mt. Cook, y como casi siempre hacíamos, nos dirigimos al centro de información turístico. Ahí una señora nos vendió un folleto y nos dio información sobre las diferentes veredas, así como la dificultad y los tiempos para recorrer cada una. Además, nos sugirió caminar hacia el Monte Cook ese mismo día, ya que estaba despejado y al día siguiente el pronostico era que llegarían mas nubes.
Dejamos al Cheapo y salimos a caminar. Siguiendo la recomendación de la señora del centro de información turístico, tomamos la vereda Hooker Valley. Nos llevo a través de un camino rodeado de pequeños árboles y sobre dos puentes colgantes.
El sol que iba bajando para ocultarse, iluminaba la montaña frente a nosotros haciéndola ver mas impactante de lo que ya era. Cubierta de nieve, iba tomando color naranja y rojizo.
Después de cómo una hora de camino, nos encontramos cara a cara con el Monte Cook. Un río casi seco, del que solo se veían las piedras, una montaña de cada lado, y el cielo totalmente despejado hacían que el Aoraki, como se le conoce al Monte Cook en Maori, tomara posesión completa del paisaje.
Estuvimos ahí admirándolo por un buen rato, tomando varias fotos, y yo pensando en mis adentros cuando podré estar de regreso para subirlo. Aunque no es muy alto y yo he subido montañas mas altas, el Monte Cook es parte de las lista de las siete cumbres por ser la mas alta de Oceanía.
El sol siguió bajando y pintando de diferentes colores el paisaje. Nosotros iniciamos nuestro regreso para alcanzar a llegar al Cheapo todavía con luz.
Una vez en el Cheapo, calentamos la cena y nos preparamos para dormir. No si antes quedar boquiabiertos por la cantidad de estrellas que había en el cielo. Como dijo la Flaca, era como estar de regreso en las cuevas Waitomo, donde habían miles de los gusanos luminosos.
Por la mañana las nubes habían llegado; el pronostico del tiempo había sido correcto. Y no solo las nubes habían regresado, también el frío.
Salimos a caminar; esta vez tomamos la vereda Kea Point, desde donde esperamos ver el glaciar Mueller. Pero después de 30 minutos de caminata, llegamos hasta el mirador en Kea Point y no se veía nada del glaciar. Decidimos seguir caminando en lo que parecía parte de la vereda por unos 100 metros mas, todavía yo seguí entre las piedras por otros 100 metros mas, pero nada.
Estábamos bastante decepcionados por que no pudimos ver nada del glaciar Mueller, y porque no pudimos ver el Aoraki por que estaba bloqueado por las nubes. Regresamos al Cheapo y salimos rumbo al glaciar Tasman, que es el mas grande de Nueva Zelanda, esperando tener mejor suerte.
Unos 15 minutos en el Cheapo y llegamos a la vereda Tasman Lake. Iniciamos la subida y empezó a llover ligeramente. Paramos en los Lagos Azules, que mas bien parecen verdes, y seguimos adelante.
Ya casi llegando al mirador, la vereda es bastante empinada y con piedras sueltas; a la Flaca le dio un poco de miedo pero siguió adelante y cuando llego hasta el mirador, se quedo sin palabras.
El escenario era impresionante, y al mismo tiempo generaba un sentimiento de tranquilidad. Podíamos ver el glaciar Tasman. Donde este terminaba, empezaba el Lago Tasman, y sobre este ultimo flotaban icebergs. Todo rodeado de montañas nevadas, era algo irreal (http://www.youtube.com/watch?v=053SHZwAFAI).
Además lo nublado del cielo y lo negro (por la tierra) y azul del hielo, le daban un toque azulgrisaseo al panorama, que uno, sin estar parado ahí, pensaría le quitaban belleza a la escena, pero al contrario, lo hacia mas mágico.
El viento frío nos hizo regresar a la realidad, o mas bien nos ayudo a darnos cuenta que no estábamos sonando, que lo que estaba frente a nosotros era real, y también nos regreso la consciencia de que teníamos que irnos ya porque teníamos que llegar antes de las 5:30 pm al viñedo donde queríamos pasar la noche.
Al ir pasando al lado del Lago Pukaki, nos volvió a sorprender con su belleza. De ida hacia el Monte Cook, lo habíamos visto con cielo despejado. Ahora, de regreso, lo veíamos con cielo nublado; el agua de un color verde-azuloso y el sol entre las nubes y montañas tocando el agua intermitentemente, dándole al agua una apariencia plateada, hicieron que nos quedáramos sin aliento.
Esta belleza natural que por los últimos días nos ha acompañado, a veces genera un sentimiento de incredulidad. Nos cuesta creer que lo que estamos viendo real y nos cuesta creer que tenemos la suerte de estar aquí en carne propia.
Seguimos nuestro camino con la idea de parar a comer el almuerzo en la orilla del Lago Tekapo. El paisaje muy bonito, sin llegar a lo que habíamos visto horas antes el Lago Pukaki. Nos fuimos a sentar a una banquita cerca de la orilla del lago, sin embargo el viento hizo que la Flaca se regresara al Cheapo, y yo la seguí a los pocos minutos.
Así, llenos de imágenes de una belleza inimaginable, seguimos nuestro camino hasta llegar al viñedo Ngapuarata, a 30 minutos de Christchurch.
Mount Cook
On the way to Mount Cook, the sky was cloudy and it was cold, but little by little, the sky began to clear and we began to feel warm. The scenery was amazing. It was the perfect day to drive toward the tallest peak in New Zealand.
Although we were in a hurry to be able to take one of the hikes before it got dark, we had to stop on various occasions to take photos. Especially when we passed by Lakes Waitaki, Benmore, and Pukaki.
Lake Pukaki surprised us the most. The turquoise color of the water was unreal; we could only believe it because we were seeing it in person. Moreover, we could see Mount Cook at the end of the lake, at about 12,316 feet high, and all the mountains that surround it. It was an exquisite panorama.
Thanks to the direction we were going on the road, we could enjoy the scenery without missing any details, since the lake was on our right side and directly in front of us was Mount Cook and the rest of the mountains. This was another of my favorite landscapes in New Zealand.
We arrived to the town of Mt. Cook, and as we almost always did, we went toward the tourist information center. There a woman sold us a brochure and gave us information about the different hikes, including the difficulty and lengths of time it would take to finish each one. In addition, she suggested that we hike toward Mount Cook today, since it was clear and tomorrow the forecast was that the clouds would arrive.
We left el Cheapo and went on a hike. Following the recommendation of the woman in the tourist information center, we took the Hooker Valley trail. It took us on a road surrounded by small trees and across two hanging bridges.
The sun was beginning to set, illuminating the mountain in front of us making it more impacting than it already was. Covered in snow, it began taking on an orange and pink color.
After about an hour of hiking, we found ourselves face to face with Mount Cook. An almost dry riverbed, of which you could only see rocks, a mountain on each side, and a totally clear sky made Aoraki, as Mount Cook is known in Maori, take over the landscape.
We were there admiring it for a while, taking various photos, and I was thinking to myself about when I could come back to climb it. Although it isn’t very high and I have climbed higher mountains, Mount Cook is on the list of the seven peaks because it is the tallest in Oceania.
The sun continued to set painting the landscape with different colors. We began our way back to reach el Cheapo before dark.
Once we were back in el Cheapo, we warmed up our dinner and got ready for bed. But not before being left with our jaws open by the number of stars in the sky. As la Flaca said, it was like being back in the caves of Waitomo, where there were thousands of glowworms.
The clouds had arrived by the next morning; the weather forecast was right. Not only had the clouds returned, the cold had returned as well.
We went out on a walk; this time we took the Kea Point trail, from where we hoped to see the Mueller Glacier. But after 30 minutes, we arrived to the Kea Point lookout and we couldn’t see the glacier. We decided to continue walking on what appeared to be part of the trail for about 328 feet more, I then continued between the rocks for another 328 feet, but nothing.
We were quite disappointed because we couldn’t see the Mueller Glacier, and because we couldn’t see Aoraki due to the fact that it was covered by clouds. We returned to el Cheapo and went toward the Tasman Glacier, which was the largest in New Zealand, hoping to have better luck.
About 15 minutes in el Cheapo and we arrived to the Tasman Lake trail. We began our ascent and it started to rain lightly. We stopped in the Blue Lakes, which appeared greener actually, and we continued on.
Almost at the lookout point, the trail became quite steep and there were loose rocks; la Flaca was a little scared but continued forward and when she reached the lookout point, she was left speechless.
The scenery was impressive, and at the same time it generated a feeling of tranquility. We could see the Tasman Glacier. Where it ended, the Tasman Lake began, and on top of it were floating icebergs. All of this surrounded by snow-covered mountains, it was something unreal (http://www.youtube.com/watch?v=053SHZwAFAI).
Moreover, the clouded sky and the black (from the dirt) and blue of the ice, gave a blue-grey tint to the panorama, that one, without standing there, would think would take away from the beauty of the scene, but on the contrary, made it more magical.
The cold wind brought us back to reality, or helped us to realize that we weren’t dreaming, that what was in front of us was real, and it also reminded us that we needed to go because we had to arrive to the vineyard where we were going to spend the night before 5:30 pm.
As we passed by Lake Pukaki, we were once again surprised by it’s beauty. On the way toward Mount Cook, we had seen it with a clear sky. Now, on the way back, we saw it with a clouded sky; the water a green-blue color and the sun peaking through the clouds and mountains touching the water intermittently, giving the water a silver shine, left us breathless.
This natural beauty that has accompanied us the last few days, is sometimes unimaginable. It’s hard to believe that we are seeing it and it’s hard to believe that we are lucky enough to be here in the flesh.
We continued on our journey with the idea of stopping to eat lunch on the edge of Lake Tekapo. The landscape was very pretty, but not as beautiful as what we had seen hours before at Lake Pukaki. We went to sit on a small bench near the edge of the lake, however the wind made la Flaca return to el Cheapo, and I followed her a few minutes later.
Like this, full of images of an unimaginable beauty, we continued on our journey until we reached the Ngapuarata Vineyard, about 30 minutes outside of Christchurch.
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