Sunday, January 2, 2011

New Zealand - Dunedin & The Moeraki Boulders


(scroll down for English version)

Dunedin y las Rocas de Moeraki

Por la mañana salimos de Te Anau con el cielo azul asomándose entre las nubes. Nuestro destino Dunedin, en la costa del Pacifico. En esta ciudad queríamos ver pingüinos, pero habíamos escuchado diferentes versiones, algunas que no era posible mas que pagando un tour y otras que si encontrabas la playa correcta, podías verlos. Nosotros esperamos verlos sin tener que pagar.

Como ya se nos ha hecho costumbre, el recorrido estuvo lleno de verdes colinas y algunas montanas nevadas.

Llegamos a Dunedin, y nuestra primer parada fue en el centro de la ciudad en el centro de información turística. Después de dar varias vueltas buscando estacionamiento, la Flaca se bajo mientras yo me quede esperándola en el Cheapo para no pagar estacionamiento.

Después de varios minutos, regreso con no muy buenas noticias; la chica del centro turístico le dijo que la única forma de ver pingüinos era en tour y costaban entre 25 y 30 dólares por persona. Decidimos ir al Holiday Park e investigar un poco mas. La Flaca había leído que en algunas playas, se podían ver pingüinos.

En el Holiday Park, la Flaca se bajo para registrarnos y pagar. Esta ves aprovecho para preguntar sobre donde ver pingüinos. La señora de la recepción le comento de un mirador en la bahía Sandfly.

Estacionamos el Cheapo, comimos nuestro almuerzo, y salimos rumbo a la península Otago donde esta la bahía Sandfly. El camino nos fue llevando por la costa y poco a poco, fuimos subiendo algunas colinas. La vista de la ciudad y la península eran majestuosas.


Al cabo de unos treinta minutos, el camino termino. Al ver varios coches estacionados, asumimos que era el lugar correcto. Cruzamos una reja y caminamos por una vereda de tierra rodeado de verdes granjas con borregos. La vereda fue dando vuelta y poco a poco, empezamos a ver la bahía Sandfly.


Cruzamos otra reja y la vereda continuo; sin embargo de este lado era mas silvestre, con mucha arena y mayor inclinación. Bajamos hasta la playa y caminamos hasta el otro lado donde esta el mirador.




En el camino, vimos algunos leones marinos durmiendo y otros pájaros. De estos últimos nos llamaron la atención unos de color negro y solo las patas y el pico de color naranja; el pico era largo y lo usaban para meterlo en la arena, justo después de que el agua iba regresando al mar, y sacaban comida.


Una vez en el mirador, no había nadie. El mirador, hecho de madera, parecía una cabaña de cazador, ya que estaba medio camuflado por la vegetación y las dunas de arena. Había unas ventanas para poder ver hacia la playa.


Después de unos minutos de estar ahí sentados, llego un señor que trabajaba como voluntario del Departamento de Conservación. El nos comento que viene casi todos los días a observar los pingüinos. Nos confirmo que habíamos venido al lugar correcto, pero que todavía era muy temprano. Por lo general los pingüinos regresan de buscar comida entre 7:30 y 8:00 pm; apenas eran las 5:30 pm.

Nos explico que en estas fechas, lo pingüinos ya tienen su nido y su huevo. Por lo tanto mientras un pingüino, a veces la hembra y a veces el macho, sale a buscar comida, el otro se queda cuidando el huevo.

Decidimos que no queríamos pagar un tour así que íbamos a esperar. Para nuestra sorpresa, no tuvimos que esperar tanto. Como a las 6:30 pm, vimos un pingüino en la orilla del mar. Después de nadar un poco y ver que era seguro para salir del agua, salio.


Subió por unas rocas, donde espero unos minutos para secarse (según el voluntario quien todavía estaba con nosotros), y empezó su camino colina arriba. Los pingüinos escogen lugares en la parte de arriba de las colinas para anidar, ya que están fuera del alcance de otros predadores como las focas.


Viéndolo subir la colina, a brinquitos, pasos muy pequeños y a veces ayudándose con su panza, nos pusimos a pensar que difícil ser pingüino. Sale a buscar comida muy temprano por la mañana, alrededor de las 6:00 am, buscando comida llega a recorrer hasta 17 kilómetros, regresa diez o once horas después y todavía tiene que subir la colina con pequeños pasos y saltos.


Estábamos muy contentos porque habíamos visto pingüinos salvajes. El voluntario del Departamento de Conservación nos comento que estos pingüinos llamados ojo amarillo; son los mas raros del mundo.

El voluntario se despidió, pero antes nos recomendó caminar hasta la otra orilla de la playa porque a veces se pueden ver algunos pingüinos cerca de la parte de arriba del acantilado.

Seguimos viendo al pingüino, en su difícil camino colina arriba, por un rato mas y después decidimos empezar nuestro camino de regreso. Siguiendo la recomendación del voluntario, caminamos hasta el otro lado de la playa y buscamos pingüinos en el acantilado, no encontramos nada.




Una foca que venia saliendo del agua llamo nuestra atención y nos quedamos viéndola. A los pocos minutos, vimos un par de cabecitas de pingüinos en el agua; no podíamos creerlo, dos pingüinos mas.


Muy despacio, nos movimos un poco de su camino y nos sentamos en la playa. Al ver que era seguro para salir, los pingüinos iniciaron su camino por la playa y luego por la colina. Estaban a menos de 20 metros de distancia. Ahora si estábamos felices. Pero no fue todo.


Cuando ya empezaba a ponerse mas frío el clima y mas obscuro el día, y ya estábamos por irnos, vimos otra cabecita. El pingüino salio del agua un poco mas alejado del acantilado, pero mas cerca de nosotros; paso a unos 10 metros. Al haber salido mas lejos de su nido, pudimos notar que estaba un poco desorientado y escuchamos como los otros pingüinos o su pareja lo llamaban, como tratándolo de guiar.


No podíamos creer nuestra suerte, cuatro pingüinos ojos amarillos en una sola tarde, además de un paisaje increíble; nuestro día estaba completo.


Regresamos al Holiday Park y preparamos de cenar. Ya metidos en la cama, los dos nos encontramos pensado que todavía no podíamos creer lo que habíamos visto.

La mañana siguiente salimos temprano rumbo a la región de Mt. Cook. Pero antes, hicimos una parada en las Rocas de Moeraki. Estas formaciones rocosas se encuentran en la playa de Koekohe.

Nos estacionamos y bajamos a la playa donde nos encontramos con unas enormes bolas de piedra color grisáceo. Algunas están partidas por la mitad o les falta algún pedazo, pero son algo muy peculiar. Lo mas inusual son su tamaño (entre 0.5 y 2.2 metros de diámetro) y su forma de esfera casi perfecta.


Las rocas fueron creadas por la cimentación de lodo del Paleoceno, y por la erosión del agua tienen una textura lisa, como si estuvieran pulidas.


La leyenda Maori cuenta que estas rocas son restos de canastas de anguila, calabaza y pepino, que eran transportadas por una gran canoa (Arai-te-uru), la cual naufrago. La marea arrastro estos restos a la playa y con el tiempo se formaron las rocas.


Aun sorprendidos por lo diferente de estas rocas, regresamos al Cheapo y continuamos nuestro camino hacia Mt. Cook.


Dunedin and the Moeraki Boulders

We left Te Anau in the morning with the blue sky peeking through the clouds. Our destination was Dunedin, on the coast of the Pacific. We wanted to see penguins in this city, but we had heard differing opinions, some that it was not possible unless you paid for a tour and others said that if you found the right beach, you could in fact see them. We hoped to see them without paying.

As it has become a custom for us, the journey was full of green hills and some snow-covered mountains.

We arrived to Dunedin, and our first stop was downtown in the tourist office. After driving in several circles looking for parking, la Flaca got out while I stayed waiting for her in el Cheapo so we didn’t have to pay for parking.

After several minutes, she returned with not very good news; the girl in the tourist office told her that the only way to see penguins was on a tour that cost between 25 and 30 dollars per person. We decided to go to the Holiday Park and investigate a little more. La Flaca had read that on some beaches, it was possible to see penguins.

In the Holiday Park, la Flaca got out to register and pay. This time she took the opportunity to ask about where to see the penguins. The woman in reception told her that there was a look out point on Sandfly Bay.

We parked el Cheapo, ate our lunch, and went out toward Otago Peninsula where Sandfly Bay is located. The road took us along the coast and little by little, we went up some hills. The view of the city and the peninsula were majestic.


After about thirty minutes, the road ended. Upon seeing several cars parked, we assumed it was the right place. We passed through a gate and walked along a dirt path surrounded by green farms with sheep. The path went turning around a corner and little by little, we began to see Sandfly Bay.


We passed through another gate and the pathway continued; however on this side it was wilder, with a lot of sand and a steeper inclination. We went down to the beach and walked to the other side where the look out point is located.


On the way, we saw some sea lions sleeping and some birds. Some black birds with orange feet and an orange beak caught our attention; their beak was large and they used it to put it into the sand, just after the tide was going out, to get food.


Once we were in the lookout house, there wasn’t anyone there. The lookout house, made of wood, looked like a hunter’s cabin, since it was half camouflaged with vegetation and sand dunes. There were some windows to see out to the beach.


After a few minutes of sitting, a man arrived who worked as a volunteer with the Department of Conservation. He told us that he comes almost every day to observe the penguins. He confirmed that we had come to the right place, but that it was still very early. Generally, the penguins returned from their search for food between 7:30 and 8:00 pm; it was barely 5:30 pm now.

He explained that at this time of the year, the penguins have their nest and egg. While one penguin, sometimes the female and sometimes the male, goes to look for food, the other stays taking care of the egg.

We decided that we didn’t want to pay for a tour so we were going to wait. To our surprise, we didn’t have to wait long. At about 6:30 pm, we saw a penguin on the edge of the water. After swimming for a bit and seeing that it was safe to get out of the water, it came out.


It climbed on some rocks, where it waited for a few minutes to dry (according to the volunteer that was still with us), and it began it’s journey uphill. The penguins choose places at the top of the cliffs to nest, since it is away from predators like seals.


Watching it climb the hill, jumping, taking small steps and at times helping itself with its stomach, we began to think about how difficult it must be to be a penguin. It goes out to look for food very early in the morning, at around 6:00 am, looking for food takes it as far as about 10.5 miles, it comes back ten or eleven hours later and still needs to climb the cliff with small steps and jumps.


We were very happy to see penguins in the wild. The volunteer from the Department of Conservation told us that these penguins are called the yellow-eyed penguins; they are the rarest penguins in the world.

The volunteer said goodbye, but before he left he recommended that we walk to the other edge of the beach because sometimes you can see penguins near the uppermost part of the cliff.

We continued to watch the penguin, in its difficult journey uphill, for a little while longer and then decided to begin our way back. Following the volunteer’s recommendation, we walked to the other side of the beach and looked for penguins on the cliff, but didn’t find anything.


A seal that was coming out of the water caught our attention and we stayed to watch it. A few minutes later, we saw a pair of little penguin heads in the water; we couldn’t believe it, two more penguins.


Very slowly, we moved a little out of their way and sat on the beach. Upon seeing it was safe to get out, the penguins began their journey across the beach and later up the hill. They were less than about 60 feet away. Now we were really happy. But this wasn’t all.


When it was beginning to get colder and darker, and we were ready to leave, we saw another little head. The penguin came out of the water a little further away from the cliff, but closer to us; it passed about 30 feet away. Since it came out further from its nest, we could see that it was a little disoriented and we heard how the other penguins or its mate called for it, as if they were trying to guide it.


We couldn’t believe our luck, four yellow-eyed penguins in one afternoon, in addition to an incredible landscape; our day was complete.


We returned to the Holiday Park and prepared dinner. Once in bed, the two of us found ourselves thinking that we still couldn’t believe what we had seen.

The next morning we left early toward the Mt. Cook region. But before, we made a stop at the Moeraki Boulders. These rock formations are found on the Koekohe Beach.

We parked and went down to the beach where we found enormous balls of grey stone. Some were broken in half or they were missing a piece, but they are something very peculiar. The most unusual thing is their size (between about 1.5 and 7 feet in diameter) and their almost perfect sphere shape.


The rocks are created by the cementation of mud from the Paleocene period, and due to the erosion from water they have a smooth texture, as if they were polished.


The Maori legend says that the rocks are the remains of baskets used to collect eel, squash and cucumber, that were once transported by a canoe (Arai-te-uru), which sank. These remains washed up on the shore and with time formed these rocks.


Still surprised by the uniqueness of these rocks, we returned to el Cheapo and continued on our way to Mt. Cook.

No comments:

Post a Comment